El dibujo analítico me sorprendió, a pesar de que nuestros primeros croquis desenfadados tenían algún indicio que intentaba parecerse a este plano, pero hoy en día la precisión de dichos documentos gráficos nos ha obnubilado y sólo anotamos registros métricos y topográficos.
En el plano de Coderch aparece un terreno aún sin topografía, sólo marca el punto más alto, el resto es una constelación de pinos, con medidas y distancias, flechas que indicaban las mejores vistas, la orientación indicando el sur, por donde el sol llegará a la casa. El proyecto crecerá majestuosamente en un juego de organización de la vivienda entre esos pinos y algún algarrobo.
Cuenta Coderch que conocía a un topógrado que le trasladaba el terreno al estudio. No necesitaba ir a conocerlo para apropiarse de él. Igual sucede con un astrónomo que necesita un telescopio para descubrir planetas, sentado en su silla. Pero sentado mucho tiempo, porque según Coderch: “La arquitectura es una profesión en la que se necesita “más culo” que cabeza.”
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